José Guerra, Totolán
Concluyó este jueves el ritual de los Nueve Lunes en honor a la Virgen de Los Remedios en la comunidad indígena de Totolán donde se dieron cita cerca de 10 mil peregrinos provenientes de varios estados del país. Es de señalar que de acuerdo a lo expresado por el Presbítero Jaime Castro Herrera, titular de esta parroquia, el festejo propiamente inició a principios del mes de abril cuando se dio comienzo al ritual de Los Nueve Lunes, esto es, los peregrinos visitan durante los lunes de las nueve semanas anteriores al festejo el santuario de la virgen a la que se conoce como La Güerita de Totolán. “Es muy interesante tomar en cuenta esta tradición porque, generalmente, hablamos de un novenario, pero aquí, además del novenario que inicia el próximo día 22 de mayo para terminar el día 30, se tienen también Los 9 Lunes en que la gente viene lunes a lunes”. En relación a esta tradición, el cura de esta parroquia señaló que regularmente, de martes a domingo, las visitas de los peregrinos apenas llegan al medio centenar pero a partir del mes de abril los lunes previos al festejo se registran hasta cinco mil y seis mil visitas a este santuario provenientes de la región Ciénega, del Valle y de la Sierra. Propiamente en materia de liturgia, el 31 de mayo se celebra la Visitación de la Virgen a su prima Isabel, por ello, desde el inicio del mes de abril, la imagen de la virgen recorre los hogares de los vecinos de esta localidad en base a una lista de espera que se realiza previamente. Esta visita implica para los moradores de la casa donde se ubica la imagen una especie de festejo particular con cohetes, música, rezo del rosario y la entrega de una ofrenda a los vecinos que acuden a acompañar el festejo, dicha ofrenda consiste primordialmente en comida principalmente tamales elaborados por las mujeres de la casa donde se hospeda la imagen. Para algunos estudiosos del quehacer histórico resulta curioso que la imagen de la Virgen de Los Remedios se venere precisamente en una comunidad indígena de Totolán ya que desde los inicios de la Guerra de Independencia se asoció a la Virgen de Los Remedios como La Generala de los ejércitos realistas. En ese contexto histórico y social las imágenes de las Vírgenes de Guadalupe y de Los Remedios, respectivamente, se constituyeron en figuras relevantes en el movimiento armado de 1810 ya que en el Siglo XIX se buscó personificar en las imágenes sagradas las luchas ideológicas de realistas e insurgentes dando así una visión maniquea de esta lucha en la que corresponde a “la Virgen de Los Remedios el partido de los gachupines mientras que la de Guadalupe tomaba el de Hidalgo” (1) De hecho, el culto a la Virgen de Los Remedios, Cocotzin (Señora niña) es el más antiguo de los cultos marianos en la Nueva España de acuerdo a Francisco Miranda quien ubica la devoción a la Virgen de Guadalupe, Tonantzin (madre) como el segundo culto mariano en antigüedad. La división entre los habitantes de la Nueva España durante el movimiento insurgente se acrecentó con el factor religioso ya que se dio un franco antagonismo entre los partidarios de cada uno de los cultos (2) En ese sentido, la diferencia de la fortaleza de cada uno de los ejércitos confrontados a partir de 1810 pudiera medirse más en la autenticidad de sus estandartes religiosos que en el número de combatientes. La Virgen de Los Remedios, llamada también “La Generala” por la usanza de ataviarla con el uniforme realista y la Virgen de Guadalupe identificada desde el inicio de su culto con la gente de tez morena dieron otro color a la revuelta emprendida en estas tierras por los criollos quienes desde el inicio marcaron la rebelión como pro Guadalupana y pro Fernandista. “Durante estos años de la Guerra de insurgencia y en el momento de la separación política de España, la Virgen de Guadalupe encontró su máximo estatus como un símbolo religioso y político de los mexicanos” (3) Para algunos historiadores el acierto político más importante del grupo criollo de la Nueva España fue la construcción de la imagen de la Virgen de Guadalupe como un símbolo integrador que lograba satisfacer las necesidades espirituales de los indígenas y fundamentaba la idea de que el pueblo mexicano era distinto al español. (4) Mientras el carácter pro imperial de la Virgen de Los Remedios se remonta a los primeros años posteriores a la Conquista cuando Hernán Cortés derriba los ídolos del Templo Mayor para colocar en su lugar la imagen de la virgen. “Habían llegado muchos indios a quitar la santa imagen del altar donde la pusimos y que no pudieron y que los indios lo tuvieron a gran milagro” (5) De esta suerte las titulares de los dos cultos marianos con mayor antigüedad en lo que hoy es México se vieron pues en bandos distintos y confrontados por cuestiones de raza, libertad y patria además de marchar como estandartes en las batallas registradas durante la gesta de Independencia. Pasada la revuelta las cosas no cambiaron de manera significativa ni en lo humano ni en lo espiritual; aquellos que al principio combatieron la insurgencia fueron luego emperadores como Iturbide o presidentes como Anastasio Bustamante que si bien eran criollos también fueron soldados realistas. En el terreno espiritual, la evangelización, los cultos y la obligación, a veces real y a veces moral, del pueblo de sostener económicamente al clero nunca estuvieron en riesgo y como en la Guerra de Independencia aquellos que combatían por la Corona permanecen en el fervor popular como lo demuestra la más grande celebración de las comunidades de naturales de la Ciénega el 31 de mayo en honor a la Virgen de los Remedios en la comunidad indígena de Totolán del municipio de Jiquilpan: “que tenía fama, bien conquistada, de amor a los insurgentes”.