José Guerra/Sahuayo.
Pagando hasta 25 pesos por bañarse y lidiando con condiciones de frío extremos, vendedores de artículos navideños provenientes de comunidades indígenas señalan pocas ventas en el tianguis navideño de Sahuayo.
Proveniente de la comunidad de Tzirio en Los Reyes, Estela, de apenas 18 años tiene que dormir en una pequeña casa de campaña improvisada con hules y lonas con cobijas a ras de piso en el camellón central del parque lineal en Sahuayo.
Todo tiene un costo, dice, para bañarse les rentan un baño por 25 pesos para el aseo y 3 pesos por el uso del sanitario más las comidas y todo esto entre las bajas ventas y los regateos y las temperaturas extremas prácticamente al aire libre.
Renuente a las fotografías, Estela, cuenta que viene con su hermana y su cuñado con quienes comparte la pequeña tienda en el mini campamento instalado en el camellón en las cercanías de la calle Aldama en el sur de la ciudad; entre regateos con los compradores Estela sostiene de la mano a su pequeño sobrino que lucha por meterse debajo de las mesas sobre las que se tiende la mercancía, tecata, cabañas de madera, pasto, musgo y montón de cosas a las que los compradores intentan tasar bajos sus propios precios.
La cara sucia de los niños, los rostros sonrientes a pesar de las miradas de extrañez de los locales forman parte del pai8saje navideño de esta ciudad de contrastes en la que en un mismo metro conviven los rostros lavados llenos de caros maquillajes y los rostros morenos maquillados con el polvo de los caminos.
En lo que se refiere a las ventas, de acuerdo a Estela, éstas son cada vez menores y más espaciadas, interrumpe la charla para atender un cliente:
-A diez el montón- dice, el cliente regatea y ofrece siete, no se lleva nada finalmente, es la historia que se repite de manera constante, la oferta, la demanda y las compras a regañadientes, los fríos bajo las lonas, las lonas bajo los árboles y los árboles bajo el manto helado de la noche.
Mientras la tarde cae, el fluyo de compradores aumenta y con ello la esperanza de que esta vez las ventas valgan la pena los viajes, las desveladas, los fríos y la indiferencia de un pueblo de comerciantes que de pronto ha olvidado su origen.