José Guerra, Sahuayo
A una semana de iniciar las festividades en honor a Santiago Apóstol en la ciudad de Sahuayo, integrantes de los grupos de Tlauhualiles intentan rescatar la esencia católica de este festejo que al correr de los años ha sufrido un proceso de carnavalización por lo que se intenta retomar el rumbo.
Desde hace décadas esta festividad, dedicada a la imagen de Santiago Apóstol o “Patrón Santiago” como le llaman los lugareños, ha perdido el sentido católico que le dio origen hasta convertirse en un carnaval pletórico de música, disfraces y ríos de alcohol mezclados con jugo de granada y riñas generalizadas.
Por tal motivo la autoridad municipal implementó para esta edición una serie de regulaciones a la venta de alcohol, los recorridos, la participación de las bandas musicales que si bien llevan la intención de ordenar este festejo no han sido recibidas con agrado por un sector de la población.
A esta intención de retomar el sentido original de la fiesta se han sumado los Tlahualiles que a la par de la imagen de Santiago se han tornado el símbolo de esta fiesta al grado de que en los municipios comarcanos a este festejo se le conoce como la fiesta de los Tlahualiles.
“Queremos una fiesta más religiosa, sin tanto vino y sin tanto degenere como se ha visto, esa es nuestra lucha este año, rescatar las fiestas como eran originalmente: que la gente vaya a la plaza, que vea pasar a los Tlahualiles en paz, que no vea la borrachera y que vean una fiesta en paz” señaló Santiago Granados presidente del grupo de Tlahualiles en el que se integran 86 grupos de danzantes con un ejército de casi 3,500 de los llamados inmortales guerreros vencidos.
La tradición oral establece que durante el periodo conocido como La Conquista, los ejércitos españoles se aprestaban a la batalla en un llano cercano a lo que hoy es el poblado de Sahuayo, en tanto un grupo de naturales del lugar, conocedores ya del poderío del ejército invasor, vigilaban a distancia los movimientos del campamento.
Previo a la batalla el ejército español se arrodilló ante la imagen del Apóstol Santiago, defensor de España, durante la conquista árabe, ello ocasionó que los indígenas entendieron que si ante una imagen el ejército se rendía ellos no tendrían oportunidad en la batalla por lo que la rendición de los defensores fue inmediata.
El tlahualil es el elemento más significativo de esta fiesta, son los guerreros que custodian la imagen del santo tutelar de Sahuayo, sus trajes hechos de gamuza se adornan con cientos de carrutillos hechos de metal que al caminar llenan el ambiente con sonidos metálicos que avanzan entre los ríos de gente que espera ansiosa el paso de la imagen montando un caballo que levanta en la diestra una espada presta para la conflagración y para imponer el armisticio.
La imagen avanza apenas visible entre los enormes penachos multicolores de las máscaras de los danzantes, adornos que alcanzan hasta dos metros de alto sobre los hombros de los esforzados guerreros, hombres que la mayor parte del año son empresarios, albañiles, huaracheros, adoboneros y otros oficios pero que por esa fecha, por ese espacio de tiempo en sus vidas, son inmortales guerreros vencidos por la fe.
De acuerdo a Santiago Granados, el ser Tlahualil implica una serie de sacrificios desde inscribirse en uno de los grupos registrados, demostrar la natividad en la cabecera municipal, asistir de manera obligada a cada una de las reuniones y la elaboración, a costo propio, del traje y la máscara cuyos precios para este año van desde los 5 mil y hasta los 13 mil pesos de acuerdo al diseño y calidad del traje.
Al sahuayense poco le importa el tiempo y el dinero invertido para participar este festejo y a sus actividades y gastos cotidianos le roban unas horas de sueño a la noche y dejan de gastar en un refresco o una caja de cigarrillos para tener a tiempo su traje y su máscara y recorrer kilómetros y kilómetros abriendo paso a la sacra imagen.
Por ello, Santiago Granados compartió ampliamente la iniciativa del municipio para retornar el festejo a su sentido original ya que, durante ediciones anteriores, desde otros municipios grupos de danzantes se acercaban a la fiesta para convertir este ritual sahuayense en un grotesco carnaval lleno de excesos en todos los sentidos.
Tlahualil imagen de Michoacán
La vistosidad de los trajes y los movimientos rituales de los inmortales guerreros han valido para que el Tlahualil sea el símbolo representativo del Estado de Michoacán en diversos foros nacionales relativos a fomentar el turismo y la cultura de nuestra entidad.
“Hemos estado representando al Estado de Michoacán en diversas partes como el pasado Tianguis Turístico de Puerto Vallarta Jalisco, en el Festival Michoacano en el Centro Fox de Guanajuato” señaló Antonio Gálvez, presidente de la Asociación Civil Danza de los Tlahualiles que se encarga de dar a conocer las costumbres y tradiciones de esta tierra.
Destacó también que por indicaciones de Roberto Monroy García, titular de la Secretaría de Turismo de esta entidad, durante este año todos los eventos en que participe el Estado de Michoacán en materia de turismo la representación de la entidad será encomendada a la Danza de los Tlahualiles.
“El Ayuntamiento de Sahuayo nos estará apoyando en conjunto con la Secretaría de Turismo con los viáticos, el hospedaje y las comidas en los lugares a donde vamos; nos dan también un apoyo económico para los participantes porque dejamos de trabajar para asistir a representar a Michoacán en diversas partes”.
Llena de vida, la fiesta en honor a Santiago Apóstol, el Patrón Santiago o fiesta de Los Tlahualiles es también el punto en que la economía se recupera lo que ha generado que, por ejemplo, la Cámara de Comercio local enmarque en estos festejos su campaña de entrega de cuponeras para obtener descuentos en docenas de comercios y casas prestadoras de servicios de este municipio; es esta fecha también que, en el universo del festejo, se da la tradicional participación de Las Mulitas, hombres que montan caballos de trapo y simulan encarnizadas batallas en remembranza ya sea de las luchas entre moros y españoles o las batallas entre españoles y nativos.
Es una fiesta llena de tradiciones que no van propiamente ligadas al ritual católico, la recolección en casas y huertas de granadas para elaborar a través de una intrincada y casi secreta receta, el tradicional ponche que es el aliciente para el cansado cuerpo del Tlahualil que recorre kilómetros y kilómetros cargando hasta cuarenta kilos de peso adicional durante el recorrido en compañía de la imagen.
Es la fiesta de los achones, fogatas que se hacen al exterior de las viviendas y en torno a las cuales se reúnen las familias para convivir y que rememoran el campus stellae, el campo de estrellas (vía láctea) y que según la leyenda llevó a Pelayo en el año 813 a encontrar la tumba y los restos mortales de Santiago, Apóstol de Jesús el Cristo.