– Esfuerzo de comité organizador de renovar logística del evento rindió frutos en convocatoria
Oscar De La Rosa, Zamora
La cuarta edición de la Procesión del Silencio de Mujeres superó las expectativas de asistencia y organización del evento. El atrio del Santuario Guadalupano, que tiene una capacidad superior a las 20 mil personas, estuvo abarrotado de zamoranas y feligreses que acudieron procedentes de la región para ser parte de las 14 cofradías en que estuvieron distribuidas las participantes.
Incluso el evento se tuvo que anticipar hasta 20 minutos antes de lo programado, que era a las 7:00 de la tarde, para dar salida a los numerosos contingentes que pasaron por las calles de 5 de mayo, Leonardo Castellanos, Madero, Juárez y nuevamente la 5 de mayo, para incorporarse al atrio del Santuario de Guadalupe en donde fueron organizadas para acomodarse las asistentes.
Las mujeres lucieron su vestimenta negra, con su sevillana y la vela electrónica que fue solicitada por el comité organizador, cuya coordinadora, María Guadalupe López, se mostró satisfecha por la asistencia al evento y dijo que será importante que las futuras generaciones puedan dejar el evento no solo como una tradición, sino como un legado cultural y religioso para toda la población.
Destacó durante el evento el desfile no solo de los contingentes, sino también de las imágenes religiosas que llevaron a las que se sumó una anda de 550 kilos con una representación de la décimo cuarta estación del viacrucis, en donde Jesús es sepultado y acompañado por la Virgen María.
El párroco del templo del Rosario enfatizó que para el año entrante buscarán que sean 2 andas más las que puedan integrarse a la procesión con la participación económica de feligreses y empresarios para continuar con la renovación del evento.
Previo a la bendición, el Obispo de Zamora, Javier Navarro Rodríguez, mencionó que las mujeres son sinónimo de seguridad en el hogar y dan confianza a los seres cercanos, además de impulsar de manera importante a la Diócesis zamorana, “las damas viven la pasión dolorosa de una manera peculiar, porque imitan a la Virgen madre que, a pesar de cualquier situación de dolor, siempre proyectan serenidad, alegría y confianza a quienes las rodean”.