La paradoja de las redes sociales
Noé Ortiz
Paradójicamente las redes sociales como Facebook nacieron como un vehículo de comunicación a través de las cuales el individuo puede expresarse de manera libre y abierta superando las barreras con que encontraba en los medios tradicionales, como foros públicos, medios de comunicación, espacios en centros culturales o académicos, todos, de difícil acceso a lo que supongo, es una amplia y extensa variedad de expresiones artísticas, intelectuales, académicas, políticas y sociales, que por no estar articuladas dentro de algún organismo o corporativizadas a alguna organización, no tiene acceso.
Y sin embargo parece que las redes sociales están diluyendo la personalidad y la individualidad llevando a la masividad la repetición de clichés y lugares comunes, no tanto por la afición que genera en los usuarios (“antes la gente platicaba, hoy solo chatea” dice la repetida imagen que se comparte al menos una vez al día) sino por la incesante repetición de frases sobadas, verdades huecas y mensajes intensamente positivos, llevando al individuo a repetir y no a opinar.
Entiendo que el uso de las redes sociales es primordialmente recreativo, pero la diversión no está peleada con la originalidad y el poder administrar de manera más o menos libre estos espacios prometía que las personas pudieran expresarse fuera de los esquemas sociales tradicionales, una oportunidad que no tuvieron nuestros padres, y que ahora parece transformarse en un producto pre hecho de consumo masivo.
No se trata de publicar cosas de gran profundidad o de las catalogadas de inteligencia elevada o cultura seria, sino de expresar nuestras mayores simplezas y nuestras ideas disparatadas, pero nuestras, que reflejen la interpretación que hace el individuo del mundo que lo rodea, ¿qué estamos haciendo con nuestras redes sociales?