Noé Ortiz
¿Estarán dispuestos los senadores y diputados electos del PRD, PT y Movimiento Ciudadano dispuestos a renunciar a su puesto como protesta contra a la elección que califican de ilegal?, porque me parece bastante maldoso que por una parte sigan arengando a sus seguidores a mantener las manifestaciones, y por el otro, que asuman su curul, reciban su nombramiento y empiecen a cobrar sus quincenas, usufructuando, precisamente, el resultado de esa que califican, elección fraudulenta.
Pero más allá de esa manía de los partidos (y esta la comparten todos) de hacer carne de cañón de gente que de buena fe cree en ellos, para defender intereses que terminan afectándolos, es cuestionarnos qué sigue, cómo vamos a asimilar esta experiencia política y hacia dónde vamos a caminar, pues lo que sí sería triste es que, a 24 años de la primer manifestación en contra de un fraude electoral que trascendió los límites del partido mismo para permearse en la sociedad, nos quedemos en lo mismo, la simple expresión de inconformidad.
Tenemos que partir de un punto toral: esta elección ya fue calificada como legal y que si bien el sentir social indica que no fue equitativa ni legítima, también es cierto que quienes acudieron a los tribunales, fueron totalmente incapaces de demostrarlo.
Porque en el fondo, sistema electoral que deja inconformidades, es un sistema electoral inadecuado, desfasado de la sociedad y que en lugar de garantizar la paz social, provoca intranquilidad.
Definitivamente algo anda mal en nuestra forma de elegir, de decidir y de representar, de tal manera que provoca en la sociedad, o una total apatía o una total decepción: el porcentaje de abstencionismo siguió cercano al 50 por ciento, mientras que ganadores y perdedores se sienten defraudados de la “terquedad” de los contrarios por no entender que están equivocados.