Noé Ortiz
Para tener un parámetro del tremendo daño que ha provocado la cobarde estrategia de la CNTE al secuestrar a la educación para proteger sus intereses gremiales, políticos y económicos que nada tienen que ver con la calidad educativa, ayer comenzaron a circular los resultados de la prueba PISA, en donde México ocupa el lugar 53 de 65 países evaluados.
Significa que mientras los primeros lugares los tienen países como Shangai, Hong Kong, Singapur, Japón o Finlandia, nosotros nos codeamos, en nivel educativo, con Malasia, Indonesia o Perú, quien está en el último lugar. Todavía peor, de la prueba PISA de hace 5 años, justo cuando intensificó la serie de protestas, paros, huelgas y suspensión de clases de los maestros, a la de hoy, retrocedimos 5 lugares.
En cambio, en esos mismos 5 años los sueldos, prestaciones, beneficios y montos de “minutas” (dinero que reciben cada que hacen un paro, toman una ciudad o empiezan una huelga para levantarla y del que no rinden cuentas ni entregan informes), no han disminuido, sino que han incrementado de manera ofensiva.
Y en el otro extremo tenemos a un gobierno federal que en lugar de convertirse en rector de la educación, se desgasta en una Reforma cuyo único objetivo es tomar por asalto el control del sindicato, y el día de ayer una estruendosa declaración en la que se compromete a integrar “mesas de trabajo”, para definir lo que se va a hacer ante estos resultados.
Lo cierto es que el berrinche de los maestros por convertirse en lo que no son, representantes del pueblo bueno, defensores de lo correcto y portadores de la única verdad válida y posible, nos están fregando como país.
En palabras de Julio Cortázar: “ Aquéllos que hayan estudiado el magisterio y se hayan recibido sin meditar a ciencia cierta qué pretendían o qué esperaban más allá del puesto y la retribución monetaria, ésos son ya fracasados y nada podrá salvarlos sino un gran arrepentimiento”.