Tomen muchas fotografías
Noé Ortiz
…”la tecnología va diluyendo cada vez más el límite entre vida pública y privada (lo cual comenzó con la primer fotografía, la inmortalización del momento que estaba destinado al olvido)…”, escribí al final de PAPALOTE la semana pasada y la idea se quedó dando vueltas en mi cabeza y hoy regresa con fuerza ante el “balconeo” de la fiesta de El Jefe y sus invitados, un evento pensado para desarrollarse en lo privado y que terminó siendo de interés público, más por cotilleo que porque en sí tuviera alguna relevancia, pues quien a estas alturas olvide que la política es una clase social bien identificada, cuyos miembros pertenecen a un círculo en el que la convivencia es lo ordinario, es poco menos menos que cándido. Piensen en dos políticos antagónicos de lo federal, estatal o local, y con un poco de esfuerzo encontrará al menos una fotografía en la que se les vio conviviendo.
Recuerdo la sensación vertiginosa de ser poseedor de una de esas cámaras que ponía al alcance de la gente la fotografía con fines lúdicos, una Kodak 110, y aunque el equipo era económico, seguía siendo caro la compra de rollos (de 12 o 24 exposiciones), las pilas para el flash (duraban lo que un rollo de 12) y el revelado, pero con todo, era emocionante la experiencia de plasmar el momento para el recuerdo, pero muchas también para la futura risa del ridículo propio y ajeno (tengo fotos con un grupo,de amigos de la adolescencia que siguen circulando underground como leyendas urbanas).
Esa sensación no la volví a sentir sino hasta mi incursión como reportero de EL INDEPENDIENTE al descubrir el poder de la imagen como testigo impertérrito y objetivo de los acontecimientos y su fuerza en la creación de opinión pública. Esto se dió más o menos a la par de la difusión de la fotografía a través de las cámaras incluidas en los teléfonos celulares, lo que ha generado una especie de periodismo empírico en el que cualquiera puede tomar testimonio gráfico del momento y difundirlo a través de r des sociales.
Aquí es donde empieza a diluirse esa frontera entro lo público y lo privado, y no me preocupa tanto la pérdida de identidad de uña respecto de la otra, finalmente creo que ambas definiciones evolucionarán a la nueva realidad, sino que está abriendo un nuevo abanico para la especulación: basta acompañar a la afirmación especulativa una imagen, aunque no tenga nada que ver, para entonces crear una “nueva verdad que sólo los necios no quieren entender”.
Hasta aquí me quedo con estas reflexiones pare vacacionales, disfruten, descansen, tomen muchas fotografías, y nos vemos por aquí en un par de semanas.
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