Volver a las instituciones ciudadanas
Noé Ortiz
A finales de los 80’s vivimos una euforia por la ciudadanización de las instituciones de gobierno, quizá uno de los momentos en los que la sociedad civil, encabezada por personajes que estaban legitimados por su trabajo, propuestas e ideas, logró importantes cambios en la política y de donde surgieron instituciones como el Instituto Federal Electoral y la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (ambas en 1990), y el Instituto Federal de Acceso a la Información, en el 2003, que abarcaban los 3 grandes temas que dictan la relación entre gobierno y gobernados: cómo llega al poder el gobernante; cómo rinde cuentas a la sociedad y cómo se regula el respeto a los derechos fundamentales, todos, a través de procesos para legales.
Entre los 90’s y el 2000 también tomó fuerza la propuesta de hacer de la función pública una actividad profesional, a través del Servicio Civil de Carrera, es decir, regular el ingreso, permanencia, promoción y salida de la administración pública, de todo aquel que ocupará un puesto como servidor, idea que se fue diluyendo con el tiempo, y en la medida en que los temas electoral, transparencia y derechos humanos se fueron deteriorando.
Sucedió que las tres instituciones íconos de la ciudadanización IFE (INE), IFAI (INAI) y CNDH se fueron perdiendo en el burocratismo alejándose de la propia sociedad que los había impulsado, y que nos arrojan hoy instituciones electorales que no acaban de legitimarse, de acceso a la información que no repercute en la rendición de cuentas y las de derechos humanos, despojadas de toda facultad sancionadora.
Con esto y la pérdida del impulso al servicio civil de carrera, de nueva cuenta la sociedad perdió su oportunidad de influir en las políticas públicas, no sé bien si por apatía o,por conformidad social, aunque sí me es claro que tiene que ver con la radicalización de posturas políticas.
Para rematar, en algún punto regresamos a la sobre legislación, pues en cada uno de estos temas tenemos leyes federales, estatales, leyes reglamentarias, reglamentos, lineamientos, acuerdos, resoluciones internas y toda una jungla legislativa (que en su mayoría no proviene del poder legislativo, ahí otro agravante) que hacen imposible el acceso al ciudadano que intenta acercarse.
Sé que la sociedad es capaz de encontrar los espacios de desarrollo, y que a pesar del marcado encono que vivimos, es posible aterrizar temas comunes de discusión a partir de los cuales podamos volver a construir instituciones efectivas.
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