Soy pesimista
Noé Ortiz
Cuando nuestra agenda nacional está dominada por los temas de las reformas educativa, energética y fiscal, que en el fondo no son reformas ni tienen que ver con el establecimiento de políticas públicas sobre educación, eficiencia de energía y equidad de aportación, entendemos que hemos perdido la brújula y nos hemos convertido en un estado emergente que sólo se mueve para sobrevivir, mantener más o menos vigente el status quo y permitir una pequeña ventana de existencia social.
Por supuesto que no es culpa tal cual de la actual administración, sino que hemos llegado a este punto a lo largo de sexenios inefables, sobre todo a partir de Salinas de Gortari, cuando comienza la vorágine por tener resultados numeralmente eficientes, o haciendo cuadrar a fuerza los números, y que tuvo su máxima expresión con Fox y su intención de fundar carreras técnicas para mandar jardineros titulados a Estados Unidos.
La economía ha tomado la batuta de la política (la reforma educativa se trata de pagar menos prestaciones, la fiscal de sacarle más dinero a quienes mantenemos a este país y la energética de sacarle más dinero a PEMEX), y los políticos han asumido el rol de encargados de las cuentas.
Pero hoy en día necesitamos reformas que marquen un paradigma diferente: la educación que reciben hoy nuestros niños es deficiente y necesitamos modernizar los métodos de enseñanza que datan de José Vasconcelos (1882-1959), no sólo quitarle a los cntes y sentes sus inmorales privilegios sindicales.
En materia de energía necesitamos saber qué vamos a hacer ante la próxima extinción de nuestro petróleo, con qué energías vamos a subsistir y cómo las vamos a crear. Resolviendo este punto resulta de sobra discutir cómo se explota el petróleo.
Y nos urge una estructura fiscal que permita convertir en dinero el enorme uso de recursos naturales y materia prima que se consumen día a día a nivel micro comunidades, lo cual generaría más riqueza que lo que pueda pagar cualquiera de las grandes trasnacionales.
El caso es que mantengo una perspectiva pesimista sobre nuestro futuro inmediato, pues no estamos generando las políticas que nos permitan enfrentar el guamazo que estamos por darnos con la realidad, pues a final de cuentas, lo que sí hacen bien nuestros políticos, es crearnos una falsa sensación de seguridad y estabilidad.