Peregrinaciones sin ley
Noé Ortiz
¿Cuántos kilos de pólvora son necesarios para agradar a la virgen?, ¿a cuántos decibeles deben de tronar los cohetes, para que volteé a ver a los fieles peregrinos?, ¿qué afectación social (embotellamientos disminución de ventas porque la gente del norte de la Juárez que sabe que durante 12 días no podrá entrar o salir den centro) es necesaria para conseguir un milagro?
No se trata de atacar la tradición guadalupana, sino de incrustarla en un sistema que equilibre las políticas e intereses públicos frente al interés particular, y llamar la atención sobre la censura autoimpuesta de las autoridades municipales que prefieren dejar hacer por ¿temor? a exigir al poder fáctico erigido sobre el Santuario Guadalupano, que se someta al orden social, o al menos, que no sea un elemento de desorden: que ya cercó el atrio, que ya taló los árboles, que ya sacó a la Casa de la Cultura, que ya le tumbó bardas al Centro de Salud.
Durante las administraciones pasadas se justificó la afectación alegándose que se trataba de impulsar un “turismo religioso” que traería a Zamora movimiento económico, pero en la práctica, 12 días de peregrinaciones están inhibiendo el comercio, pues los propios comerciantes señalan que las ventas bajan durante estos días debido a que la gente, ante el cierre de las dos principales calles Juárez y 5 de Mayo, prefiere evitarse el embotellamiento (las vías alternas no son suficientes para soportar la sobre población vehicular, incluyendo minibuses y combis) y perder hasta 2 horas en el tráfico, eligiendo salir a los centros comerciales de las orillas, esos de los,que nos quejamos, se llevan el dinero.
Es un tema de convivencia social, en el que el municipio se ha quedado muy corto, inexistente, que en lugar de establecer las vías de diálogo, le pide permiso al,padre para que no ocupe tanto tiempo las calles de la ciudad.
No se trata de fe, sino de orden; no es tema de creencia, sino de respeto; no es un tema de adoración, sino de dejar de alimentar el ego de quien tiene atemorizadas a las autoridades municipales. Nadie puede contra mí, parece ser el mensaje.