Sólo porque la mariguana no da cáncer
Noé Ortiz
Si bien la Suprema Corte puso el tema momentáneamente de moda, la esperada discusión sobre la legalización de la mariguana no ha sucedido, y el tema parece haberse vuelto un auxiliar en declaraciones sin importancia: “tenemos lista la reforma política; la mariguana no es prioridad”, declara Camacho y no deja de sonarme a: “tenemos acordada una reforma para las próximas elecciones, pero como al ciudadano común y corriente no le importa porque sabe que esto sólo beneficia a los partidos, voy a mencionar la mariguana para hacerlos interesarse en el tema”. Creo que no se toma en serio el tema porque la mariguana no produce cáncer.
Me voy por el camino equivocado para explicarme: existe una mal llamada Industria Alimenticia que produce jugos, refrescos, embutidos, sopas, leche y sus derivados como yogures y quesos, pan, galletas, frituras, papillas para bebé, mermeladas, salsas, aderezos entre otros, saturados de azúcar, sal, grasas saturadas y químicos, cuyo consumo son un riesgo para la salud, propiciando diabetes, cáncer, hipertensión y padecimientos cardiacos, todos graves, por cuya sola presencia debería de eliminárseles el nombre de “alimentos”, ni chatarra ni de ningún tipo. Y sin embargo son legales siempre y cuando el productor nos diga que son dañinos y nos advierta de lo que nos puede pasar si los consumimos.
Existe también una industria tabacalera cuyos productos vienen adicionados con nicotina, alquitrán y demás aditamentos químicos para darles el sabor característico de cada marca, y retener al consumidor frecuente, convirtiendo al tabaco en un mero pretexto para justificar la venta de aditivos. Y también es legal su venta siempre y cuando en la cajetilla se pongan fotos de ratas muertas o enfermos terminales.
Hay también una Industria del alcohol, pero esa si nos vende lo que ofrece, siendo legal siempre y cuando nos advierta que el abuso en el consumo de sus productos es dañino para la salud.
Quizá si el consumo de la mariguana causara alguna de estas enfermedades sería más fácil discutir sobre las características e información que debería estar en sus empaques, o cuáles son las raciones diarias necesarias para considerarlas dentro de un consumo saludable.
Porque de otra manera, no me queda sino pensar que el tema sigue tratándose con un falso moralismo, como en su momento cargó la discusión sobre la despenalización del aborto o el reconocimiento de las sociedades de convivencia.