Oscar De La Rosa, Zamora
El pan de muerto es una tradición que no termina en el gusto, placer, de los paladares zamoranos. Se distingue por su diseño redondo y figuras que asemejan los huesos del difunto, la cabeza e incluso los dientes, entre el sabor característico que le da la harina, huevo, azúcar y mantequilla que combinados hacen conexión con el gusto de cada persona consumidora.
“Es una tradición de muchos años y no deja de tener gusto entre las personas porque en estas fechas llegan a comprar y a pedir en las panaderías el producto. Los que nos dedicamos a esta actividad recibimos con gusto esa preferencia de la población porque son ingresos adicionales a nuestra venta ordinaria”, mencionó Carlos Escobar García, panadero con casi 40 años de actividad en Zamora.
Indicó que generalmente los panaderos laboran sobre pedido para estas fechas especiales y sólo ponen a la venta del público un lote de entre 200 a 300 piezas porque de lo contrario se puede quedar el producto y es una pérdida para los panaderos que en la actualidad apenas sobreviven con los ingresos que obtienen.
“De hecho me atrevo a decir que el 90 por ciento de las panaderías actuales son negocios meramente familiares. No hay quien tenga ingresos suficientes para contratar de uno a dos trabajadores para las cuestiones de venta o elaboración del producto. Todo sale de lo que elaboran padres e hijos”, mencionó.
Concluyó que al limitar la elaboración de pan de muerto es porque apenas cuentan con los recursos económicos porque el proceso se ha encarecido hasta 25 por ciento con el alza de los insumos y en consecuencia las piezas cuestan hasta 10 pesos en algunos lugares, de lo contrario sería complejo obtener una ganancia del producto.