Elena Rojas, Tangancícuaro.
“Cuando me detectaron cáncer, el cabello se me comenzó a caer, mi piel ya no era la misma, mi ánimo decayó bastante, porque esta terrible enfermedad no sólo te afecta físicamente, también emocional y económicamente”, señaló María Eudelia, originaria de Patambán y sobreviviente al cáncer de mama.
Relató que a menudo, enfrentaba las burlas de la gente por su apariencia, “sobre todo de mujeres, lamentablemente nadie escarmienta en cabeza ajena, hasta que nos pasa, hasta que le ocurre a un ser querido. Por ello las mujeres debemos ser más empáticas entre nosotras y sensatas sobre el cuidado de nuestra propia salud y de nuestra familia”.
Mencionó que, como mujer, “somos las que nos encargamos de la alimentación de nuestros hijos, debemos procurar garantizar una dieta saludable, evitar la comida chatarra, incentivar a otras mujeres a practicar algún deporte, a orientarlas a participar en charlas preventivas y que no tengan pena para realizarse la exploración clínica mamaria, a buscar alternativas saludables para su bienestar”.
Dijo que actividades enmarcadas en el mes rosa, organizadas por el ayuntamiento municipal, sin duda contribuirán a generar conciencia entre las mujeres sobre el cuidado de su salud física y mental, “por lo que deben aprovechar los talleres de yoga, los eventos de activación física, los talleres preventivos, las ferias de salud y todo lo que tienen preparado para nosotras”.
Mencionó que a 5 años que le diagnosticaron cáncer de mama, aun continua con el tratamiento y los cuidados necesarios para evitar recaer, “tenía 37 años cuando me dieron esta lamentable noticia, por un momento pensé en “tirar la toalla”, me quería morir”.
Describió que tuvo que acudir constantemente a Morelia a que le hicieran radiaciones, “por lo que me enfrente a mucho desgaste económico y emocional. En la segunda quimioterapia se me cayó todo el cabello, pese a las burlas, traté de sacar fuerzas de donde pude para evitar más sufrimiento de mi esposo e hijos”.
En su caso, agregó, afortunadamente contó con todo el respaldo de su esposo, quien en cuanto percibió sus malestares la motivo a acudir la exploración clínica, “incluso, cuando le dije que me iban a quitar el pecho, me dijo: “es por tu bien, para salvar tu vida, no porque te quiten el pecho vas a dejar de ser mujer”.
En contraste, finalizó, “hay mujeres que no corren con la misma suerte, ya que aun en muchas comunidades indígenas persiste una cultura machista, el marido no deja que se haga la mastografía, y es que los señores piensan que las van a “manosear” o agarrar con morbo”, cuando no es así, hay todo un equipo de profesionistas en aras de garantizar la detección oportuna para salvar vidas”.