Afortunadamente en la Diócesis de esta región está bajo control la existencia de sacerdotes “piratas”
“No hay padres piratas. O se es sacerdote o no se es, que ha habido personas que se han hecho pasar por sacerdotes, no es la primera vez, quienes en algún momento estuvieron en el seminario o que por algún tiempo estuvieron en alguna casa de formación y que quizá por alguna situación económica se hacen pasar por sacerdotes para delinquir y hacerse llegar de algún recurso económico, eso es lo que finalmente están buscando”.
Señaló Luís Fernando Quevedo Sánchez, vicario cooperador de la parroquia de la Purísima, agregó que esto luego de que en la cámara de diputados legisladores del PRI y del PAN criticaran el surgimiento de sacerdotes «piratas», que lucran con la gente y por ello demandan que la Secretaría de Gobernación actúe de manera coordinada con la jerarquía católica para frenarlos.
Quevedo Sánchez indicó que en los 10 años que lleva como sacerdote, se sabe que han andado uno o dos personas que se han hecho pasar por sacerdotes, que se han detectado en esta Diócesis conformada por 136 parroquias asentadas en más de 20 municipios de la región. Sin embargo dijo que en los últimos años ya no se ha sabido de ningún falso sacerdote.
Señaló que al ser una Diócesis relativamente pequeña, conformada por 300 sacerdotes, de los cuales 200 están en activo, todos se conocen entre sí , difícilmente algún extraño se puede hacer pasar como colega, contrario a otras Diócesis que son más grandes, donde la problemática puede propiciarse con mayor facilidad.
“Por ejemplo en la de Guadalajara hay más de mil sacerdotes, por tanto el contacto entre ellos es diferente, muchos de ellos no se conocen, lo mismo pasa con la arquidiócesis de Morelia o la de la ciudad de México, cuya la extensión territorial es más grande”, subrayó.
Comentó que para evitar esta problemática, la conferencia episcopal mexicana ha invitado a que todos los que son sacerdotes cuenten con una licencia eclesiástica que los acredite como tal para que puedan oficiar misas o celebrar sacramentos.
“Por la parte de enfrente viene el nombre, la fotografía y la Diócesis de la que se procede. Y por la parte de atrás viene la firma del Obispo de la Diócesis que autoriza, en nuestro caso por Javier Navarro. Se trata de una acreditación oficial por la Diócesis”, mencionó.
De igual forma añadió que no es tan sencillo que a un sacerdote se le permita realizar alguna celebración fuera de su parroquia designada “si por ejemplo voy a celebrar un matrimonio en la Parroquia del Calvario, en la Diócesis me tienen que autorizar un documento denominado delegación matrimonial, apegado al derecho canónico”.
Puntualizó que si no existe un documento de estos nadie puede casar “porque se atenta contra la validez del sacramento. Esto se hace para evitar precisamente esta clase de problemas, para que los contrayentes no vayan a ser engañados por alguien que se ostente de manera falsa como sacerdote”.
Indicó que es muy grave lucrar con la fe la gente, dado que además de engañar a las personas, se abusa de su confianza, se atenta contra su bolsillo, y sobre todo se perjudica su fe”.
Hizo un exhorto a quienes lucran con la fe de la gente “no se deben disfrazar no valerse de algo que no son. Están atentando contra Dios porque no tienen el permiso para hacerlo ni por parte de la misma gente ni de la Diócesis”.
Agregó “incluso existe la ley tipifica como delito la usurpación de funciones y se castiga severamente a quien se les sorprenda incurriendo en ello”.
Consideró finalmente que este tipo de personas que se hacen pasar por sacerdotes no afectan la credibilidad de los verdaderos “la gente nos identifica a los verdaderamente tenemos vocación”.