Octavio Vega.
Nahuatzen mi terruño, si el paraíso terrenal buscara por todos los rincones de la tierra, sólo bajo tu cielo lo encontrara. Poema Tierra de Janiry (Prof. José Sánchez Ramírez).
Con la venía del Creador nuevamente aquí con Usted amable lector que hace posible esta columna. Entro en materia.
Este viernes próximo pasado tuve el honor de ser invitado a la presentación de un libro en la vecina ciudad de Nahuatzen. El acto se realizó en la Casa de la Cultura de dicha población. El título del libro es “Nahuatzen Tierra de Heladas, mi pueblo”, escrito por el profesor José Sánchez Ramírez.
Contó con diversas personalidades que lo acompañaron en el presídium, gente de la música, de las letras, de la comunicación, amigos de su generación, del presidente municipal y del párroco del lugar. Con un prólogo que deja ver la humildad en su personalidad, aclaró el escritor que no es pretensión hacer de este libro una obra histórica, sin embargo muchas veces cuando no pretendemos lo hacemos.
Entre poemas, historia de la fundación del pueblo “del lugar donde hiela” (fundado por los Chichimecas) datos demográficos, económicos, de su gente ilustre, de sus fiestas patronales, de sus presidentes municipales, de sus sacerdotes que han oficiado su parroquia, de sus procesos históricos en la época revolucionaria, donde destacaba la presencia sanguinaria del temido J. Inés Chávez García, bandolero que asoló a toda la región y su participación en la llamada “guerra cristera”, en fin una narrativa de texto y fotografías que hablan de la tierra donde el aire tiene aroma a leyenda, a historia y a lazos familiares.
De todos estos puntos, los que llamaron más poderosamente mi atención fue el que, si bien los borradores son escritos del profesor, todos sus hijos contribuyeron a la redacción de dicha obra, lo que la hace ser aún más valiosa.
El otro, es uno que quema cuando de ello se habla. Bien dicen que ni de religión, de política y de fútbol no hay que discutir. El sacerdote que atiende a las almas que se congregan en la parroquia es Francisco Martínez Gracían, desde marzo de 1988 hasta la fecha. Conociéndolo de hace muchos años no había tenido la oportunidad de escuchar su mensaje.
Comenzó dejando a un lado el micrófono para dirigirse a la audiencia saludándolos primeramente en la lengua local, el “poré”, como hablan nuestro hermanos purépechas, para dar paso a un castellano claro y sin ambages, donde recalcaba el trabajo del profesor en y para la comunidad, para posteriormente externarnos su ideas del bien común.
Muchos podrán etiquetarlo de rojo, socialista, comunista, teólogo de la liberación, yo lo llamo una persona comprometida con sus ideales, con el servicio. Recuerdo una frase que decía mi madre sobre las acciones, y es aquella que dice que los hijos y los maridos por sus acciones son queridos. Una grata impresión me causa de ver como es querido y respetado en toda la meseta, que lo mismo que la gestión ha sabido aplicar sus conocimientos científicos en la localización de yacimientos de agua en la serranía.
Termino con el tema del libro pero sigo con algo que muchas veces resulta odioso: las comparaciones, pero tan necesarias para dejar en claro que puede existir un equilibrio.
Caso contrario lo que acontece con la otrora Catedral Nueva, ahora llamada Santuario Guadalupano, que más por veneración lo considero por negociación. Cuando se cercó el templo mucha gente vio ya limitada su presencia ahí, sin embargo en estos días de calor como decimos en Zamora, “mucha gente” se iba a gozar de la sombra bajo los árboles que embellecían el “santuario”, y que ahora todos sabemos cómo se encuentra.
La expansión de algo que el clero zamorano considera como suyo, y hablo del edificio del Centro de Salud y de la extinta casa de la cultura, es algo todavía inexplicable. Querer quitar un lugar de servicio a la comunidad para hacer integral un proyecto que de lo común no tiene nada….
Soluciones hay muchas, y no necesariamente una que afecte las contribuciones de estas mermadas arcas estatales con rentas de domicilios particulares, bien valdría el intercambio de propiedades, así como le hicieran los señores Gómez con Alfonso Martínez en el antiguo rastro municipal. Sí señor, la moneda tiene dos caras.
Es cuanto.