-No tienen acceso a los servicios de salud y están sujetas al capricho de los patrones
-Aseguró especialista en género, al conmemorarse el día del empleado domestico
Elena Rojas, Zamora
“Un espacio, aparte del ocupado por las trabajadores sexuales, donde se puede ver el lugar asignado a la mujer con toda su brutalidad, es el lugar de la empleada doméstica”, señaló Víctor Ortiz Aguirre, especialista en género y psicólogo, en el marco del Día de la empleada doméstica que se conmemoró ayer.
Y es que lamentó “no es un oficio reconocido, está mal pagado, no tienen acceso a los servicios de salud, no están reglamentadas las condiciones de trabajo, están sujetos al capricho de la patrona o el patrón en términos salariales, los maltratos y abusos sexuales suelen ser frecuentes”.
Añadió “los despidos injustificados, las revisiones de la bolsa antes de que se vayan, el escaneo para ver si se llevan algo robado, no está legislado el asunto salarial, pero además no tienen acceso al seguro social y cuando uno como patrón intenta inscribirlas, es tal la complicación legal en la que se mete y los riesgos de ser demandado, de incumplir los requisitos patronales, etc., por eso finalmente nadie las está inscribiendo”.
Indicó que de acuerdo a estadísticas del INEGI, publicadas a propósito del día de la empleada doméstica, se calcula que hay cerca de 2 millones 335 mil 266 empleándose en el trabajo doméstico, “el 95 por ciento de cada 100 son mujeres y solamente un 5 son hombres. El 85.8 de estas mujeres hace trabajo doméstico en general que implica todas las tareas del hogar. El resto se dedica al cuidado de personas, como lavandera o cocinera. En tanto el 5% por ciento de los varones hacen poco trabajo de la limpieza de hogares, más bien son lavanderos, cocineros, planchadores, pero generalmente están ocupados como choferes”.
Agregó “los rangos de edad van de los 20 a 49 años de edad, pero sí está habiendo un número importante de trabajadoras domésticas entre 16 y 17 años”.
Del global de las empleadas domésticas, el 35.6 por ciento alcanza el grado de secundaria, el 33.6 por ciento primaria completa; 23.6 primaria incompleta y 6.9 por ciento educación media y superior.
Y en cuanto a los varones el 40 por ciento tiene secundaria, el 27.2 primaria completa, 17.6 por ciento primaria incompleta y 15.2 nivel medio y superior”.
Añadió “y lamentablemente donde más se ven las diferencias es como siempre en muchos otros campos laborales es en términos de los salarios. Por los mismos trabajos hay una diferencia bárbara entre hombres y mujeres. En las empleadas domésticas el 73.2 por ciento gana entre uno y dos salarios mínimos mensuales; el 20.2 más de dos hasta 5 salarios mensuales. Mientras que 41.4 por ciento de los varones perciben de uno a dos salarios mínimos”.
Ante estas cifras del INEGI, comentó “las cifras oficiales siempre hay que tomarlas con pinzas, no describen bien la realidad, son síntesis de realidades”.
Mencionó “ante el problema del desempleo, de salarios raquíticos y de la carestía de la vida, hay dos fenómenos que esta incrementado: la violencia y el comercio sexual. Con estos dos efectos, también en el trabajo doméstico, estamos viendo como están aumentando las cifras de varones, lo cual está generando un efecto interesante: estamos dejando de ver como a este oficio como exclusivo de mujeres y de mal ver a los hombres que la ejercen, pero no es por un cambio intencional en nuestra concepción, sino obligados por las realidades monetarias”.
Por lo que, concluyó, “rastrear este espectro no pensado en el trabajo doméstico, nos lleva a mirar los vínculos y la construcción del otro de una forma distinta: como nuestra sociedad permite espacios donde el otros es real con un nombre, o permite espacios donde el otro es casi inexistente, un cuerpo que le sirve, que no le importa más nada, más que el servicio que les está dando. Es decir, el reconocimiento del otro como una persona total y completa o la anulación y casi indiferencia total del otro”, finalizó.
Numeraria
2 millones 335 mil 266 empleados domésticos se calcula hay en nuestro país (INEGI)