Flojera legislativa
José Luis Ceja Guerra
No sé si sean revanchas o zancadillas entre los integrantes del legislativo estatal o meramente flojera o una apretada agenda, lo cierto es que la tan llevada y traída Ley de Protección a Periodistas lleva meses estancada y eso que los comunicadores hicimos nuestra chamba al presentar las propuestas.
También es cierto que la percepción generalizada de los medios de comunicación fue el tema de la protección física al momento de hacer coberturas noticiosas de riesgo y dejamos de lado temas igual o de mayor importancia como la estabilidad laboral, las prestaciones y todas esas cosas a las que tenemos derecho quienes vivimos de informar.
Y es que, como se habrá notado ya, la inseguridad es algo que compartimos los periodistas con la población en general, es un fenómeno social del que nadie está exento sin embargo el tema laboral es harina de otro costal: el comunicador, periodista, informador, comunicólogo o quiera que se nos llame, se encuentra en franca desventaja frente a quienes ejercen otro oficio o profesión.
No somos sujetos de crédito, muchos, sobre todo en el interior del estado, ganan menos que un empleado de parques y jardines, no pueden acceder a viviendas de los esquemas de seguridad social y somos a quienes la sociedad exige más, nos exige conocer dónde, cuándo, cómo y por qué se mataron, robaron, violaron o delinquieron.
Es evidentemente un trato injusto y si a eso le sumamos la tardanza del legislativo en resolver este teme estaremos presenciando a final de cuentas una ley que podría ser votada al vapor para no dejar pendientes, una ley que, irónicamente dejará de lado el asunto de la seguridad social, el reconocimiento a la labor del comunicador como una verdadera profesión y a final de cuentas esta ley solamente prohibirá que se mate a los periodistas.
Otra clase de amiguismo
Desgraciadamente los partidos políticos han perdido un poco su razón de ser y esta razón no es la de entregarse plácidamente a las contiendas internas e imponer cacicazgos y liderazgos al interior.
En esencia el partido político, más si es de oposición deberá constituirse en el contrapeso del poder gobernante y señalar abiertamente aquellas críticas que de momento se contenta con hacer en un café o jugando dominó.
Desgraciadamente y sobre todo en el interior del estado donde todo mundo se conoce, la posibilidad de que un partido de oposición ejerza una crítica al partido gobernante deberá sujetarse a que esta crítica no rompa las relaciones existentes de amiguismo y compadrazgo existentes.
Así pues el partido de oposición condiciona el ejercicio de la crítica o los cuestionamientos a las relaciones de amistad, familia o de negocios existentes en estos pueblos pequeños.