José Luis Ceja Guerra
Esta figura, utilizada para designar a las asociaciones civiles que no pasan del mero trámite se aplica en Jiquilpan, tierra pródiga en el surgimiento de estas agrupaciones que a final de cuentas acaban siendo brazos políticos y operadores de candidatos previo acuerdo de las facturas que se pagarán del erario.
Y es que aunque organizaciones como Frente Cívico Jiquilpense, Mujeres Unidas por Jiquilpan, Movimiento Renovación Siglo XXI, Consejo ciudadano y otras se dijeron durante su fundación como organizaciones apartidistas, la realidad es que ha sido en el campo político donde más se han desarrollado.
Para nadie es un secreto que estas organizaciones han negociado apoyo electoral a diversos candidatos del orden municipal para obtener a cambio plazas y sueldos lo que las convierte en mercenarios no solamente de la política sino del mismo quehacer social pues los beneficios obtenidos de las negociaciones con candidatos o partidos políticos benefician en pesos y en influencias solamente a las cúpulas de estas organizaciones y casi nunca a los elementos de las bases de estos grupos de trabajo.
Es innegable que este tipo de organizaciones buscan un beneficio económico y una preponderancia social que no podrían obtener en el mediano o corto plazo realizando los trabajos que corresponden a los estatutos que presumieron durante su fundación.
Y con miras al próximo proceso electoral que, para efectos prácticos, inicia ya este año no sería de extrañar que surgieran en los próximos meses más y más organizaciones sociales que se cobijen en la bandera de la defensa del medio ambiente, del agua, de los árboles y de cualquier cosa que se antoje, pero el brote de estos nuevos grupos estará directamente relacionado con el riego político y no por una necesidad de organizarse por parte de la sociedad civil.
Lo lógico será entonces que las nuevas y las ya existentes organizaciones terminen haciendo brigadeo para uno u otro candidato y que en las próximas administraciones locales los veamos ocupando puestos de primer nivel al margen de si tienen o no capacidad para hacerlo.
Quienes ya destaparon la olla fueron los neo panistas de Jiquilpan puesto que Marco Valencia ha declarado ya que sí estará en las próximas boletas electorales del municipio pero, de acuerdo al ambiguo texto mandado a difundir con un agradecido comunicador de la radio, no deja claro Marco Valencia si buscará la nominación por el PAN o dará el salto pa`tras y vestirá nuevamente la camiseta tricolor misma con la que su hermano Luis Manuel perdiera la alcaldía ante el PRD.
Y es que, palabras más, palabras menos, en la entrevista de marras que boletinó a los medios locales Marco Valencia segura haber hablado ya con actores preponderantes del priismo estatal y municipal quienes le animan a buscar una candidatura.
El problema es que, evidentemente, en el PAN, controlado por la familia Naranjo, no tiene cabida Marco Valencia pues desde hace rato que esta familia, por ende el comité, se decantaron en favor de la posibilidad de que sea Víctor Zepeda el candidato aunque no se descarta que nuevamente Carlos Gómez tome la autopista al Distrito Federal y regrese con el aval del comité nacional panista para dejar colgados de la brocha a los Naranjo.
Si en el PAN es complicado, en el PRI es prácticamente imposible para Marco Valencia ya que ahí tendría que buscar un hueco entre el ex alcalde Juan Manuel Figueroa y Javier Santillán que son las cartas fuertes a las que les habrán de sumar dos o tres nombres nada más para quitarle lo aburrido a una posible contienda interna.