José Luis Ceja Guerra
Por un puñado de pesos…
Podrán argumentar lo que quieran, pero algunos de los integrantes de Cabildo de Jiquilpan han demostrado que van por monedas y prebendas y que, cinéfilos irredentos, creen que, como en la Ley de Herodes, su palabra es ley.
Y es que por segunda ocasión en lo que va de su administración, los integrantes del colegiado levantaron la mano para arañar centavos al integrar una comisión que hará una revisión a las finanzas municipales para determinar si hay recursos o no para que puedan incrementarse el sueldo.
Lo curioso es que, de acuerdo a lo externado por los regidores, lo que piden no es un aumento de sueldo sino que se refleje en la nómina municipal lo que ellos dicen que se le entregaba a los anteriores regidores a través de bonos, por debajo del agua pues, aunque, para variar, los regidores no pudieron comprobar lo que dijeron.
A más de haber demostrado a lo largo de su estadía como becarios municipales que no tienen idea de la función de un regidor, los integrantes de cabildo muestran ahora la soberbia que da el ejercicio del poder mal entendido al auto nombrarse “autoridad” cuando son, en lo legal, representantes de la sociedad.
Es indiscutible que todo aquel que realiza una labor merece una remuneración y aspirar a una mejora económica, ese tema no se le discute a los regidores, lo censurable es la petición que le hiciera el regidor Antonio Rodríguez al director de Comunicación Social en el sentido de guardar discreción sobre este y otros acuerdos que se tomen en cabildo lo que llevó de inmediato a los usuarios de las redes sociales a cuestionar sobre las cosas sobre las que “se guarda discreción”.
Fue lamentable la actitud de algunos de los regidores, capitaneados por el panista Antonio Rodríguez, quienes arrinconaron al comunicador Francisco Daniel Martínez Mendieta para reclamarle el haber cuestionado en las redes sociales sobre la petición de discreción y bien por el compañero que utilizó la única arma con que cuenta nuestro medio, una cámara para exhibir la pobreza humana de algunos de nuestros representantes populares.
Por si fuera poco, este mismo regidor, tuvo la desfachatez de presentarse en un show de televisión para presumir que, en el marco del hermanamiento con la ciudad cubana de Matanzas, condicionó su visita a la isla para que: se le consiguiera una entrevista con el ministerio de salud, una entrevista con el responsable de “enfermedades especiales” y a que se le entregarán muestras del extracto del veneno de Escorpión Azul para el tratamiento contra el cáncer, nada más le faltó pedir una entrevista con Fidel castro y que lo dejaran hacer su casa de campaña en Playa Girón.
Y por fin tras un mes de desencuentros se termina ya el asunto entre el legislador federal Salvador Romero de extracción priista y el panista gobernante de Sahuayo Francisco Sánchez por el tema de los recursos etiquetados y lo curioso es que para terminar estas diferencias fue el Síndico sahuayense Estanislao Amezcua quien de plano señaló que estos desencuentros son parte de la complejidad de las relaciones humanas y se comprometió a nombre del municipio a seguir trabajando para dar solución a los problemas de la ciudadanía.
Lo cierto es que el final de este conflicto le rompe el esquema a aquellos que apostaban a vender espacios para seguir avivando la hoguera y mantener la presencia en el mundillo político local.
Sin embargo, a la vista de los últimos acontecimientos no queda claro cuál era el verdadero malestar del edil sahuayense ya que uno de los reclamos de Francisco Sánchez era que el legislador Salvador Romero se quitara los tintes partidistas a la hora de etiquetar o distribuir recursos; curiosamente aún y cuando el también diputado federal priista, nativo de Sahuayo, Alfredo Anaya destinó el 60 por ciento de sus diez millones de pesos al municipio de Villamar gobernado por el PRI, no se consignó en la prensa un reclamo por parte del edil de Sahuayo.