José Luis Ceja Guerra.
Parece blasfemia pero…
Lo cierto es que ante las campañas municipales en esta parte del estado, carentes de propuestas aterrizables, la aparición de las campañas sucias o Guerra Sucia, como la llaman los políticos viene a ponerle interés a este tema de elegir a quienes gobernarán los municipios de esta región entre el Valle, el Lago y la Sierra.
Y es que parece ser que los ideólogos de las campañas, por cierto foráneos la mayoría, están más interesados en buscar, crear y emplear elementos que agredan al adversario que en aquellos que ponderen ante el ciudadano a su propio aspirante.
Y en el caso concreto de Sahuayo la guerra sucia es comandada por “expertos” de Venezuela y los contrarios de origen tapatío quienes tienen fija la idea de que este municipio tiene que ser gobernado no por el más capaz sino por el menos malo.
Durante esta semana los ataques y contraataques entre el PRI y el PAN en cuanto a que el ex tesorero municipal y candidato por Acción Nacional Armando Tejeda, entre otras curiosidades, había registrado a su nombre en el Instituto Mexicano de la Propiedad Intelectual a la organización de Beisbol Aguiluchos de Sahuayo, la danza de los Tlahualiles, el club de fútbol de segunda división profesional Tigres Sahuayo a través del cual se generó un boquete financiero que, según asevera el PRI fueron a parar a las campañas panistas.
Evidentemente el PAN, asesorado por expertos, revira acusando a toro pasado de que durante la anterior administración priista se aterrizaron recursos millonarios para un proyecto de maquiladora del que hoy es copropietario el ex alcalde.
Todo esto se da en el marco de la carencia de propuestas creíbles por parte de los aspirantes y es que para los integrantes de sus equipos de campaña es más fácil agredir que construir, ridiculizar que proponer y en este contexto resulta ilógico que sean los candidatos los que piden ya una tregua en esta guerra sucia que ellos mismos están patrocinando y alentando.
Lo cierto es que una gran parte del electorado de Sahuayo tendrá que buscar opciones políticas con miras al día de la elección; por desgracia el tiempo se acaba y cada vez será más remota la posibilidad de ver un debate de altura en un municipio donde uno de los candidatos fue objeto de la delincuencia común y otros dos están enfrascados en una pelea en la que parece que lo que menos importa es entregar a la ciudadanía ofertas de gobierno que puedan mover la conciencia de los ciudadanos.
Es complicado que en un escenario como este, replicado en casi toda la entidad, el ciudadano pueda acceder a la información necesaria para emitir un voto razonado debido a dos cuestiones fundamentales; cuando las autoridades electorales toman casi de manera exclusiva la facultad de difundir las actividades e ideología de los partidos políticos cierran importantes canales de comunicación con la ciudadanía, por otro lado, la carencia de propuestas obliga a los políticos a hacer campañas de bajo rango ideológico como en el caso de Sahuayo donde lo que ocurre no es sino una burda charada de lo que debería ser un proceso electoral.
El político, o su equipo, armado ya lo dijimos con personas de otras ciudades y países, no concibe que el ciudadano sahuayense pueda digerir una campaña política de altura y por eso entregan campañas cercanas a los insultos y los ataques.
En la proximidad de los debates municipales, autorizados por el IEEM al menos en este municipio veremos si los aspirantes tienen en verdad ofertas serias de gobierno o los sahuayenses tendrán que aguantar durante este debate una sarta de ataques, denuncias y agresiones que, para ser creíbles, tuvieron que haberse dado meses atrás.