- Esta práctica va en aumento
Elena Rojas, Zamora
“Eliminar un cadáver inmediatamente con la cremación se me hace un signo de violencia, hay que devolverle a la tierra lo que ya es pura materia, pero hay que devolverla a manera de que la descomposición del cuerpo siga su curso natural. Me resulta violento que hoy estemos velando un cadáver y que dentro de 5 horas, entreguen una urna con cenizas”, consideró Javier Navarro Rodríguez, Obispo de Zamora.
Dijo que para la iglesia católica la inhumación es en primer lugar la forma más adecuada para despedir al cuerpo, porque con ella se demuestra un mayor aprecio por los difuntos. Sin embargo la cremación no está prohibida. Indicó que al promover la inhumación, la iglesia estaría dejando de percibir ingresos por el resguardo de las cenizas en las criptas.
No obstante dijo: “a la iglesia no le debe importar el criterio económico para recomendar una cosa u otra. Más bien las personas son libres, también por motivos económicos optar por una forma de sepultar o por otra. E inclusive en esta Diócesis de Zamora recomendamos a los sacerdotes que por una misa de difunto no pidamos ningún estipendio. Pero si lo hacemos por cualquier otro tipo de misa porque vivimos de la caridad de los fieles porque de ellos pagamos el mantenimiento del templo y otros servicios”.
Enumeró algunos de los templos que ofrecen el servicio de criptas para el resguardo de cenizas: La Catedral, El Santuario de Guadalupe, el Templo de la Medallita Milagrosa, El Rosario, San Antonio, entre otros, “el párroco o rector de cada templo tiene las estadísticas de ocupación de las mismas. Sin embargo, sabemos que esta práctica ha ido en aumento ya sea por cuestiones económica o por cuestiones religiosas, pues el conservar los cuerpos en un lugar sagrado evita la posibilidad de olvido, gracias a la oración, con ello también se evitan las practicas inconvenientes o supersticiosas”.
Finalmente dejo en claro que no está permitida la conservación de las cenizas en el hogar, ni la dispersión de estas en el aire, en la tierra, en el agua o en cualquier otra forma, “hay que tratar con respeto tanto el cadáver que se inhuma como el puñito de cenizas que pertenecieron a alguien que en vida fue bautizado y se alimento con el cuerpo de Cristo. Regar las cenizas son excentricidades que entre católicos no son recomendables”.