“Fuera de la sociedad, el hombre es una Bestia o un Dios”: Aristóteles
Carlos González
Los acontecimientos ocurridos hace unos días en un colegio particular de Monterrey, Nuevo León, 35 segundos de terror, desnudan la descomposición actual de la sociedad mexicana, la crisis por la que está pasando.
Cierto es que lo anterior se debe a factores externos e internos, en los primeros la mala actuación de los gobiernos para poner en acción políticas públicas que brinden seguridad y bienestar a la población; en tanto dentro de los segundos, la indiferencia y alejamiento de nuestro papel como padres de familia y el morbo que nos invade al querer conocer casos como este.
Un joven estudiante de secundaria de 15 años, en aparente estado de depresión, llegó a la escuela y luego de comenzar clases sacó un arma calibre 22 para disparar contra tres de sus compañeros y maestra, los cuales están gravemente heridos en este momento, para después dispararse y ocasionar su muerte cerebral y finalmente su deceso físico.
Por cierto, un caso violento ocurrió el año pasado en Zamora en el Instituto Colón de padres Salesianos, escuela particular, donde dos jóvenes se hirieron con arma blanca dentro del centro educativo y que a toda costa sus directivos quisieron ocultar, sin éxito.
¿Por qué pasó esto si en México no sucedía?, ya que hasta el momento de lo ocurrido en Monterrey era una situación que mayormente se presentaba en Estados Unidos y Europa, lugares donde la población tiene mayor acceso a las armas. Cabe mencionar que el arma utilizada por el muchacho del colegio norteño, de acuerdo a las primeras investigaciones, procedía Estados Unidos.
Es importante señalar que en el hogar de Federico había armas y balas, aparentemente del papá, el muchacho ya presentaba indicios de conflictos, lo cual debió ser detectado por los padres y por los maestros de la escuela, es así que distorsionado el muchacho ya tenía en mente matarse, lo anterior de acuerdo a declaración de una especialista en Psicología de la UNAM que conoció del caso.
Estos acontecimientos pueden ser producto de estar expuestos a la violencia física que permea entre nosotros, ya sea en el hogar o lo que ocurre en las calles, en películas y series de TV, lo que va a la mente sensible y en formación de un adolescente, etapa en la que más cerca debemos estar los padres de los hijos.
Hago un paréntesis para aclarar que contrario a lo que muchos pensamos, me incluyo, no hay evidencia contundente para decir que los videojuegos de contenido violento incitan a esa conducta, cosa curiosa, es aparentemente un mito, según especialistas en la mente humana los juegos no tienen influencia determinante para que el adolescente o joven luego se comporte de manera violenta, en cambio el entorno, lo que ven los hijos, sí.
¿Quiénes son los responsables de acontecimientos como los de Monterrey? sin duda los padres, la escuela y también el gobierno, los primeros por no estar al tanto de los hijos, de dejar que la televisión o computadora sean su distracción; la escuela por no contar con maestros y dispositivos para darse cuenta de lo que está pasando el adolescente, por no instruir medidas como la revisión de la mochila, por ejemplo, que si se hacía en el colegio norteño, pero fue suspendida por petición de los padres de familia.
El gobierno también es responsable por no hacer y exigir los programas preventivos al respecto y como colofón, una sociedad morbosa que compartió las imágenes de la balacera ocurrida en estricta ilegalidad ante la Ley de derechos para los niños y niñas así como la Ley de atención de victimas que los debería de proteger de difundir ese tipo de material.
Como padres de familia, no debemos esperar a que ocurra una tragedia o que la autoridad instrumente acciones, en primer lugar tenemos que adoptar nuestro rol como responsables de personas en formación; por su parte los colegios deben instrumentar regresar a la revisión de mochilas, sin que sea la mejor o única medida pero ayuda a crear un ambiente de contención y control, así también la puesta en marcha de los servicios de profesionistas de la psicología para detectar y atender estos casos en las escuelas.