– Son los lugares con más quejas; necesario mejorar relación médico- paciente, para no sentirse violentada
Elena Rojas, Zamora
En los hospitales públicos hay más quejas por parte de las pacientes hacia los médicos por supuesta “violencia obstétrica”, debido a que a la mujer no se le toma en cuenta sobre cómo desea su alumbramiento.
Señaló el doctor Rubén Zamora Zerman, ginecólogo certificado, esto en el marco del día internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer, agregó que en ocasiones la mujer no puede decidir si prefiere cesárea o parto, si le ponen o no oxitocina al suero, “si quieren o no corte vaginal (episiotomia). No hay cabida para que la paciente opine, ya que los médicos son los que toman las decisiones, en base al riesgo que implique el citado proceso”.
Indicó que para ellas está violencia significa no darle la oportunidad de decidir junto con el médico, que en muchas ocasiones se impone, cuando la idea es que juntos eviten riesgos a la madre.
“Estas prácticas son necesarias porque disminuye la muerte materna, baja el número de niños a los que les tiene que aplicar fórceps, o pueden tener periodos de parto prolongados y falte oxígeno al cerebro”, resaltó.
Aceptó que, por tanto, la violencia obstétrica resulta un tema complejo que genera controversias, “que, si no se define bien, corremos el riesgo de que regresemos al tiempo de las parteras, con todos los riesgos que implicaba la muerte materna”.
Consideró que por ello es fundamental mejorar la relación médico-paciente para que no sientan que están ejerciendo violencia obstétrica en contra de ellas, “el médico debe ser empático e informar a la paciente todo lo que implica un proceso de alumbramiento, explicar lo que va a suceder para hacerla sentir segura, contar con la sensibilidad, el tiempo y la habilidad necesaria para poder dar la mejor atención obstétrica”.
Añadió, “por otro lado, la violencia obstétrica, también puede clasificarse en aquellos casos en los que, por alguna situación, ya sea hospitalaria o de médico, no se recomienden los cuidados necesarios y ponen en peligro y riesgo a la mujer”.
Dio como ejemplo que la mujer desarrolle preeclampsia o diabetes en el embarazo o que tenga hemorragias después de un parto o infecciones quirúrgicas y no se den los tratamientos adecuados.
También dijo que es frecuente la violencia psicológica o maltrato que se da durante un trabajo de parto, “a veces la mujer se siente ultrajada y violada, cuando se utilizan muchos tactos vaginales y no le explican previamente que son indispensables o el médico no tiene el tacto suficiente para explicar porque debe hacer el tacto vaginal”.
Finalmente dijo que muchas veces en hospitales-escuelas, como lo son los de salubridad o del IMSS, donde muchos médicos tienen que entrenarse, hacen fila para hacerle el tacto a una misma paciente, “el médico adscrito permite a los estudiantes tocar a la paciente para ver su dilatación y como viene la cabeza del bebe. Y a veces 6 estudiantes distintos hacen lo mismo, lo cual son situaciones muy incomodas para la mujer”.