Noé Ortiz
El balance de fin de año no es muy bueno para la sociedad civil: maestros, gobiernos estatales y federal, partidos políticos y los grandes monopolios, la utilizaron como escudo para legitimar sus actos dejando en claro una separación que a estas alturas se antoja difícil de superar, y es que la clase política tiene, además, la facultad de absorber todo aquel movimiento social que pretende llevar al ciudadano a la toma de decisiones.
Desde el #YoSoy132, que fue absorbido por el movimiento amlista (sólo falta que a la muerte de López Obrador sus huestes nombren a su hijo el heredero del liderazgo, alegando que le seguirá hablando a través de un pajarito), la sociedad civil parece condenada a la protesta aislada y sin espacios públicos.
Pero eso no significa que la sociedad esté derrotada, pues esa misma separación ha permitido que el ciudadano busque y encuentre en su vida diaria, en su micro empresa o en su trabajo y en su entorno social inmediato, las satisfacciones y realización que se nos niega como país.
El micro empresario sabe que nunca será beneficiario de las licitaciones y beneficios fiscales de las empresas ligadas al poder, pero por lo mismo busca que el éxito de su negocio dependa más del esfuerzo y la calidad, que del partido que llegue al poder; el profesionista promedio sabe que sin un pariente o amigo no puede acceder a un puesto, lo que genera una lucha encarnizada en el sector privado por ganarse un lugar.
A pesar de las críticas que he vertido en este espacio, aún creo en dos cosas: que existen en todos los partidos políticos ciudadanos que aún mantienen un gran espíritu de servicio, aunque no siempre tengan el acceso a las decisiones definitorias, y que seguimos teniendo una sociedad civil fuerte que aprovechará las oportunidades que se le presentan para tomar la parte que pueda de las decisiones que necesitamos como país.
Eso me hace tener la esperanza de que el 2014 será un año de oportunidades a pesar de nuestros políticos. Felices fiestas a todos.