Noé Ortiz
Pues llegó el día esperado, el arribo en que el aborrecido por muchos, Donald Trump, asume la presidencia de Estados Unidos y el inicio de lo que será, creo, un difícil periodo para la política y la economía mundial, en el que México tendrá que saber jugar su posición geopolítica para paliar las desventajas económicas con que lo enfrentaremos.
Ya sé, acabó de aventarme un mega lugar común que en el fondo no significa nada más que la repetición incansable de los clichés del momento, pero, ¿no es eso lo que nos gusta oír? lugares comunes que se amoldan más o menos a una idea general a la qué nos plegamos porque no requiere esfuerzo intelectual para entenderla y repetirla cómo verdad insoslayable.
Pasa, por ejemplo, con la terrible tragedia vivida en Monterrey, a la que se le atribuyó como causa el simplista: “es lo que ven los niños en internet”, o como reza el famoso audio que ya les habrá llegado a su whats, “Facebook es de lo peor”, seguido de la solución inevitable: “operación mochila”.
Aunque es lógico, pues ante el deterioro de las instituciones públicas, la incredulidad generada por las instituciones civiles y la desconfianza que se tiene de los medios de comunicación, se le ha otorgado al internet y sus redes sociales un poder absoluto sobre nuestra opinión, pues no importa la fuente de la información, sino que ésta diga lo que yo quiero escuchar; sí es así la replicamos hasta el infinito y sí no, la desechamos como otra mentira más de “alguien” que quiere censurar el internet.
Escucho lo que quiero escuchar y la realidad tiene que ajustarse a mi visión, si no, está mal, parece ser un principio que suma adeptos de manera peligrosa, sin importar que la línea sea social, de izquierda o de derecha. El fin de las ideología, como escribía Daniel Bell en 1960.
Cambiaron las ideas por metas y los principios por resultados: no importa sí lo que quieres tiene repercusiones negativas en el entorno y el contexto, siempre que lo plantees de manera convincente y prometas que el costo será adecuado, de preferencia bajo, y que no me pidas un esfuerzo mayor a mi asentimiento o rechazo.
En este contexto deja de ser sorpresivo que Trump llegue a la presidencia de EU, y que otros Trumps lleguen a las esferas de toma de decisiones a lo largo y ancho del mundo, finalmente han encontrado la manera de decirnos lo que queremos escuchar y estamos dispuestos a no cuestionarlos.