Noé Ortiz
Hace 4 años en PAPALOTE escribí sobre lo absurdo es querer forzar la equidad de género a través de disposiciones legales como la imposición a los partidos políticos de cuotas de género para candidaturas que originaron, como broma macabra, las “Juanitas”, esto, gracias a la función de “tus recuerdos” de Facebook.
4 años después, las estadísticas en torno a la mujer siguen siendo desalentadoras: la violencia es lo común y la equidad en materia laboral y acceso a la justicia es la excepción. Pero si no es a través de la cuota de género, ¿cuál es el papel que deben jugar los partidos políticos en la equidad de género?
Este cuestionamiento en torno al tema nace de una idea a la que tengo dándole vueltas ya unos meses: constantemente he mencionado que corresponde a la sociedad civil empujar para lograr los cambios que necesitamos (toda sociedad, todo país requiere un constante cambio para mejorar las condiciones de vida o mantener una mejora permanente) y surge la pregunta ¿y los partidos políticos?, ¿son entes inútiles?
Por supuesto que no, al menos no cuando mantienen como objetivo ser un vínculo entre la ciudadanía y el gobierno, y eso implica, además, que sean vehículo para llevar a ciudadanos capaces a la administración pública.
Lo que pasa en la actualidad es que la dinámica electoral que ha ido creando el ahora INE ha convertido a las elecciones en una carrera que orilla a los partidos a destinar todo su esfuerzo a ganar votos, olvidándose de crear vínculos de identidad con la sociedad, pues al final de cuentas, el día de la elección, no importa cuánta gente simpatiza, sino obtener más votos que los otros, aunque la participación sea menor a la mitad del padrón electoral.
Este es otro de los caminos que la sociedad puede tomar para influir en su comunidad, pues no basta exigir la reducción del presupuesto (la medida es populista si no viene acompañada de una exigencia de resultados de representatividad) sino que puede involucrarse con un partido político, no pensando “a ver si me toca algo” sino para empujarlos a tomar acciones sociales, a involucrarse con los problemas locales y quizá de esta manera podrían irse allegando de personas que también tengan la capacidad de ejercer un puesto público provocando cambios, sobre todo, en aquellos partidos que sí cuentan con una estructura, claro, sin importar que sean hombres o mujeres.
En el fondo no existe un solo camino para el cambio ni una sola vía para lograr la equidad, lo que nos ha faltado es imaginación para diversificar.
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