Patente de corso
Noé Ortiz
Allá en los alrededores de los 1500’s, cuando los imperios Español, Francés e Inglés se disputaban los mares, asolándose entre sí y sufriendo los embates de la piratería, a los monarcas se les ocurrió la genial idea de corporativizar a ésta última, y mediante una suculenta mochada de cada botín obtenido, otorgar una Patente de Corzo que daba al pirata la protección del estado, el derecho al uso de sus fortalezas para guarecerse y descansar, y el apoyo militar en caso de verse perseguidos por la Marina de un país enemigo, (si les interesa el tema les recomiendo “Patente de Corso”, “La Carta Esférica” o “El Asedio” de Arturo Pérez-Reverte, sí, el mismo autor de La Reina del Sur).
Siempre he dicho que no podemos entender nuestros problemas sino a la luz de la historia, y este antecedente histórico nos explica el problema actual que generan los grupos y gremios corporativos que se nacieron, crecieron y se fortalecieron a la luz de “patentes de corso” y que hoy empiezan a no tener cabida.
Ejemplo de esto es el conflicto por la llegada de UBER, empresa de servicio de transporte particular que llegó a las principales ciudades del país rompiendo el esquema tradicional de taxis generando un conflicto con éste gremio que ha llegado a enfrentamientos, lesiones, pero sobre todo, que deja la sensación de que las ideas novedosas no tienen cabida en nuestra sociedad.
Pero imaginemos la postura del taxista: el concesionario que paga una mochada de hasta 2 millones de pesos (dependiendo la ciudad) por unas placas de taxi a un funcionario que ha hecho de este su medio de corrupción, que de pronto se ve enfrentando la competencia de una empresa que no gastó en mordidas; o al chofer que paga una renta diaria de entre 500 hasta 2 mil pesos diarios al dueño de la concesión (haya tenido pasajes o no) para utilizar el vehículo. Por supuesto que para ellos, los piratas de corso, los que pagan con moches su derecho al pasaje, la entrada de un modelo diferente los enfrenta a una competencia inequitativa.
Refiero el ejemplo como referencia de cómo nuestros propios actos de corrupción de ayer, terminan generando los problemas de hoy (y los de hoy seguramente los de mañana), y cómo los gremios que han crecido a la sombra de esta corrupción, terminan pagando la factura.
Repliquemos este ejemplo a los gremios: sindicatos magisteriales, de dependencias como Luz y Fuerza del Centro, petroleros, normalistas, minibuseros y en general, los conflictos que actualmente vivimos en los que están involucrados grupos de esta naturaleza, y podremos encontrar en su historia, cómo hubo un momento utilizaron la “patente de corso” para obtener beneficios inmerecidos.
Este es otro de los temas que la sociedad civil debe entender, si quiere posicionarse como agente del cambio.