José Guerra, Jiquilpan
Por primera vez la ciudad de Jiquilpan conmemoró el martirio de 18 ciudadanos «quintados» en el marco de la Guerra de Independencia bajo las fuerzas realizas.
De acuerdo a Álvaro Ochoa Serrano, investigador y docente del Colegio de Michoacán quien preside también el Consejo de la Crónica Municipal de Jiquilpan, el reconocimiento a estos mártires es tema obligado para la ciudadanía de este municipio toda vez que justo en el espacio donde fueron sacrificados se levanta el monumento a una de las que se consideran mayores mentiras en la historia de este municipio.
De acuerdo a la reseña histórica presentada por el titular de este órgano integrado por investigadores, docentes, arquitectos y escritores, el 24 de julio de 1811.
“Por los años de 1811 a 1813, pues no se puede precisar la fecha, pasó un jefe español de apellido Del Río a Jiquilpan con el objeto de quintar los hombres que hubiere en el lugar que tenían fama, bien conquistada, de amor a los insurgentes”.
“Las quintas” de acuerdo a Serrano Ochoa, consistían en seleccionar uno de cada cinco varones del pueblo para ejecutarlos a modo de ejemplo para el resto de la población a través de este método se mandó que fuesen pasados por las armas los hombres seleccionados entre los que se encontraba el anciano Juan Bautista López que tenía una numerosa familia.
Antes de que amaneciese el día de la ejecución, un hijo del señor López llamado José, se presentó al jefe Del Río ofreciéndose para ser fusilado en lugar de de aquél (su padre); el realista aceptó con toda calma y a pocas horas el cadáver del joven José López figuraba entre los de sus infortunados compañeros.
Parte de los vecinos de Jiquilpan, a quienes la suerte designó a morir, fueron colgados en el punto que fue conocido desde entonces como Los Ahorcados, en lo que fuera después el primer panteón civil de la localidad y actual jardín Lucía de la Paz.
El mito de Lucía de la Paz
Es de destacar que el Jardín Lucía de la Paz ha sido de alguna forma la manzana de la discordia entre la parte oficial y los cronistas desde 1991 pues incluso desde la campaña de Lázaro Cárdenas del Río al gobierno de la República, el mito de Lucía de la Paz, una mujer de Jiquilpan que habría apoyado a los insurgentes de la isla de Mezcala con dinero y pertrechos de guerra, fue creído a pie juntillas.
Sobre las interrogantes respecto a existencia de Lucía de la Paz una de las que más llaman la atención es el hecho de que en una época en que el papel de la mujer era considerado como de segundo o tercer orden no exista un documento alusivo a una mujer que regaló dinero, armas y alimentos a los insurgentes.
“Cuando escribí el trabajo de Jiquilpan fui el primer interesado en buscar información de la heroína, por más que busqué no encontré, en Jiquilpan cuatro años antes de 1810 no hay ningún apellido De la Paz” dijo el presidente del Consejo de la Crónica.
De manera fehaciente no ha podido ser demostrada la existencia de esta mujer como tampoco se ha logrado demostrar que fue producto de la imaginación popular ya que por ejemplo el cronista local Jorge Martínez Villaseñor ubica su nacimiento en el año de 1790 por lo que para la época en que los insurrectos se fortificaron en Mezcala en 1812 Lucía debía contar con 22 años.
Sin embargo en los registros de confesantes de esa época no se ha encontrado un sólo indicio del nombre Lucía de la Paz, de hecho el apellido de la Paz ó Paz no aparece en los apartados de españoles, indios o mulatos del padrón dijo el Dr. Álvaro Ochoa.
La lista de los quintados.
De acuerdo al investigador la lista de los jiquilpenses quintados en esa ocasión se integraba con los nombres de: Ignacio Salceda, Ignacio Baca, Ignacio Sánchez, Esteban Crisanto, Francisco Hernández, José María Lázaro, Pedro Celestino, José Domingo Ocaranza, Andrés Domingo, Agustín Jaso, José María Ramírez, José Barajas, Cayetano Bernal, José María Bustos, Gabriel (José) Bautista, J. María Ceja, Santos Vera e Ignacio Cuellar.